Historia de una Pasión: Steven Seagal y Yo
Capítulo cuarto
Ya con otra música sonando y más enfocado en mi contrincante la noche siguió de mil maravillas. Hablamos de todo con total naturalidad, aun me confesó que tuvo un par de derrotas en el tatami y que ninguno de sus vencedores fue Marcos. Intenté evadir el tema de que yo todavía no ingresaba en el circuito oficial de pelea, de todas formas Steven lo notó y le pareció tierno.
La noche y alcohol hicieron que se formaran algunas parejas en los rincones. Vi a Manuel en pleno tiroteo contra Charles Bronson y Marcos puede que no haya tenido nada con Steven, pero parecía en buen camino a derrotar a Dolph Lundgren. Nos sentimos un poco incómodos en esa situación y Steven me sugirió que saliéramos.
Lo acompañé caminando hasta su casa a unas pocas cuadras, y cuando llegamos a la puerta me sorprendió con una patada giratoria directa a mi boca. Mi reacción primero fue de sorpresa y me quedé helado, pero en seguida atiné con algunos puñetazos en su rostro. Ahí vio que por más que me faltara técnica estaba dispuesto a defender mi honor. Fue suficiente para reconocernos como adversarios y la contienda se limitó sólo a eso. Quedamos en salir a tomar algo y a ajusticiar delincuentes la noche siguiente.
Luego de rondar por la ciudad un rato, terminamos en uno de esos bares de mala muerte donde no piden credenciales de edad para servir alcohol. Menos mal, iba a necesitarlo. Todos dentro del antro clavaron sus ojos en Steven, el lugar emanaba un miasma que incitaba a la violencia. Nos sentamos en una de las mesas del fondo, cerca de las de pool que nadie usaba y pedimos unas cervezas. La noche avanzó y la charla derivó en algunas agresiones verbales y estas en lo que se preveía. Llegó el momento de nuestra primera refriega. Pegué el primer codazo, pero no llegué a desestabilizarlo, apenas se ruborizó ante mi fútil intento. Volqué la mesa y los vasos y botellas estallaron contra el piso. Medí una patada a la altura de sus costillas, pero Steven alcanzó a atajarla, torció mi tobillo y me derribó. No tuvo piedad mientras estuve en el suelo, pude detener el primer puntapié que se dirigía a mi cabeza, pero el segundo impactó de lleno en mi cuello. Logré reincorporarme y lo embestí por la cintura. El ímpetu nos hizo atravesar el ventanal que daba al estacionamiento, su campera de cuero evitó que los fragmentos de vidrio se incrustaran en su espalda, pero al caer y rodar sentí cómo algunas astillas se clavaban en mi piel. La adrenalina solapó el dolor y sentir los cristales tajantes sólo hizo que mi furia se incrementara. Pude pararme y tomé a Steven por su camisa, lo sujeté y acometí su cara a cabezazos. A cada golpe su rostro se desfiguraba, por un momento pensé que se me estaba pasando la mano, pero al acordarme de las patadas que recibí estando indefenso en el suelo decidí no tenerle compasión. No sé cómo hizo en ese momento pero con un simple ademán logró liberarse de mi toma y ahora era yo el que estaba en desventaja; me tomó por el antebrazo y con una ligera fuerza sobre mi hombro me tenía completamente bajo su control. Disfrutó el cuadro de tenerme bajo su dominio, trató de disimular su satisfacción, pero una media sonrisa lo delataba. Por un momento creí sentir que me zafaba de su sometimiento, pero enseguida una zancadilla me dejó desparramado por el pavimento. Saltó sobre mí, arrodillándose con cada una de sus piernas a mis costados, quedé completamente subyugado. Ya no pude salir de esa situación hasta que finalizó la disputa; le tomó unos escasos golpes más vencerme. Había recibido una tunda, no tenía objeciones. Toda la trifulca duró escasos minutos y mi derrota fue contundente. Cuando retomamos el aliento emprendimos el camino a casa, en silencio, en el último 102 de la noche.
(continuará...)
Capítulo primero
Capítulo segundo
Capítulo tercero
La noche y alcohol hicieron que se formaran algunas parejas en los rincones. Vi a Manuel en pleno tiroteo contra Charles Bronson y Marcos puede que no haya tenido nada con Steven, pero parecía en buen camino a derrotar a Dolph Lundgren. Nos sentimos un poco incómodos en esa situación y Steven me sugirió que saliéramos.
Lo acompañé caminando hasta su casa a unas pocas cuadras, y cuando llegamos a la puerta me sorprendió con una patada giratoria directa a mi boca. Mi reacción primero fue de sorpresa y me quedé helado, pero en seguida atiné con algunos puñetazos en su rostro. Ahí vio que por más que me faltara técnica estaba dispuesto a defender mi honor. Fue suficiente para reconocernos como adversarios y la contienda se limitó sólo a eso. Quedamos en salir a tomar algo y a ajusticiar delincuentes la noche siguiente.
Luego de rondar por la ciudad un rato, terminamos en uno de esos bares de mala muerte donde no piden credenciales de edad para servir alcohol. Menos mal, iba a necesitarlo. Todos dentro del antro clavaron sus ojos en Steven, el lugar emanaba un miasma que incitaba a la violencia. Nos sentamos en una de las mesas del fondo, cerca de las de pool que nadie usaba y pedimos unas cervezas. La noche avanzó y la charla derivó en algunas agresiones verbales y estas en lo que se preveía. Llegó el momento de nuestra primera refriega. Pegué el primer codazo, pero no llegué a desestabilizarlo, apenas se ruborizó ante mi fútil intento. Volqué la mesa y los vasos y botellas estallaron contra el piso. Medí una patada a la altura de sus costillas, pero Steven alcanzó a atajarla, torció mi tobillo y me derribó. No tuvo piedad mientras estuve en el suelo, pude detener el primer puntapié que se dirigía a mi cabeza, pero el segundo impactó de lleno en mi cuello. Logré reincorporarme y lo embestí por la cintura. El ímpetu nos hizo atravesar el ventanal que daba al estacionamiento, su campera de cuero evitó que los fragmentos de vidrio se incrustaran en su espalda, pero al caer y rodar sentí cómo algunas astillas se clavaban en mi piel. La adrenalina solapó el dolor y sentir los cristales tajantes sólo hizo que mi furia se incrementara. Pude pararme y tomé a Steven por su camisa, lo sujeté y acometí su cara a cabezazos. A cada golpe su rostro se desfiguraba, por un momento pensé que se me estaba pasando la mano, pero al acordarme de las patadas que recibí estando indefenso en el suelo decidí no tenerle compasión. No sé cómo hizo en ese momento pero con un simple ademán logró liberarse de mi toma y ahora era yo el que estaba en desventaja; me tomó por el antebrazo y con una ligera fuerza sobre mi hombro me tenía completamente bajo su control. Disfrutó el cuadro de tenerme bajo su dominio, trató de disimular su satisfacción, pero una media sonrisa lo delataba. Por un momento creí sentir que me zafaba de su sometimiento, pero enseguida una zancadilla me dejó desparramado por el pavimento. Saltó sobre mí, arrodillándose con cada una de sus piernas a mis costados, quedé completamente subyugado. Ya no pude salir de esa situación hasta que finalizó la disputa; le tomó unos escasos golpes más vencerme. Había recibido una tunda, no tenía objeciones. Toda la trifulca duró escasos minutos y mi derrota fue contundente. Cuando retomamos el aliento emprendimos el camino a casa, en silencio, en el último 102 de la noche.
(continuará...)
Capítulo primero
Capítulo segundo
Capítulo tercero
1 Caca(s) de mono:
Che para antes de seguir escribiendo, yo soy amigo del tu hermando que cumple hoy....si no sabes cuando es hoy....estonces soy amigo de alguno de tus hermanos, que cumple en un dia de estos....del año...ja el 2006..bueno y este madrilazo ta bien que se yo...Seagal...que faso este pibe....tiene libreta sanitaria? pa mi no tiene. por eso tanta bronca, no? te dejo mi mail minombre@miempresa.com.ar. Abrazo groso madale saludos a Javi
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