Un mandril suelto en la gran ciudad

Cosas que descubrí al venir a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
  • El obelisco está hecho de la misma pasta azucarada que usan para decorar tortas de cumpleaños las señoras al pedo de Utilísima.
  • Los subtes son impulsados por enanos como el auto de los Picapiedra. No cabe otra explicación.
  • En casi todas las esquinas hay un boliviano. No lo digo por discriminar ni nada, es así.
  • Acá todos juegan a ver quién pisa más caca de perro y me parece que voy ganando.
  • La avenida 9 de julio se puede cruzar en un solo cambio de semáforo. Todo lo que necesitás es un puente de Einstein-Rosen o, en su defecto, un cañón de circo y dispararte hasta el otro lado como hombre-bala. Comértela es opcional.
  • Tengo fundadas sospechas de que Gabriela Michetti, la vice de Macri, es en realidad un Transformer.

Está bien... juego

Antes que nada, hola. Para los que no me recuerdan yo solía escribir en este blog de manera más o menos regular (tanto en periodicidad como en calidad... y hasta ahí nomás en la calidad). Muchos son los motivos que me mantienen alejado del teclado (motivos que van desde la autoamputación de miembros hasta órdenes judiciales), pero juro que lo he intentado. Entre todos esos motivos creo que el principal es que estoy agotado mentalmente, se me secó la glándula que secreta boludeces según los médicos. Por suerte me llegó un comentario de Nico que me invita a jugar este jueguito y es un buen empujoncito para intentar volver a la blogueada.

He aquí las reglas:

1) El Jugador debe repetir o parafrasear las Reglas del Juego.
2) El Jugador debe contar 8 cosas de sí mismo.
3) Dado que muchas de las cosas contadas probablemente resulten inverificables para casi todo el mundo, el Jugador debe tener en cuenta que casi todo el mundo confía en la veracidad de él, y que en caso de mentir deliberadamente estará violando dicha confianza.
4) El Jugador dispone, no obstante, de la completa libertad de elegir contar sólo cosas de sí mismo que lo dejan bien parado ante casi todo el mundo.
5) El Jugador debe seleccionar a otras 8 personas a las que invitará a participar del Octojuego y nombrarlas.
6) El Jugador debe depositar sendos mensajes de invitación en los blogs de las personas seleccionadas.
7) Aquel que aceptare la invitación de un Jugador a participar del Octojuego, pasará a convertirse en Jugador y quedará, por lo tanto, sometido a las Reglas del Juego.
8) Aquel que aún no hubiere accedido a convertirse en Jugador y no estuviere, por lo tanto, sometido a las Reglas del Juego, bien podrá hacer caso omiso de la Regla 7 y objetar que no entiende cómo ni en qué momento estaría pasando a convertirse en Jugador. Pero en tal caso, también podrá hacer caso omiso de la Regla 8 y dejarse de hinchar las pelotas.

8 cosas sobre mí mismo:

1- Fui concebido por un robot. Dependiendo de las versiones esto podría o no ser verdad, ya que algunos consideran robot sólo a los androides y yo fui gestado en el vientre de una máquina soldadora automática de la línea de ensamble de videocasateras Telefunken.

2- Puedo cambiar de signo del zodiaco a voluntad incluso a aquellos no reconocidos por el Fondo de las Naciones Unidas para la Astrología. Actualmente soy de telgopornio porque me gustan los colores de la camiseta.

3- Tengo tendencia al hipo, la calvicie y la migraña catamenial.

4-El teorema de los cuatro colores establece que cualquier mapa geográfico puede ser coloreado con cuatro colores diferentes, de forma que no queden regiones adyacentes con el mismo color. Intenté probarlo empíricamente pero todavía no aprendo a colorear sin pasarme de las líneas. Tampoco supe cómo volver a doblar el mapa.

6- Me salteé el punto 5. Pueden corroborarlo.

7- Durante mi adolescencia y en mis momentos de intimidad y autoconocimiento abusé de mi cuerpo. Igual me sigue pareciendo que no fue suficiente.

8- Estoy a favor de la unión civil entre homosexuales, el aborto legal y gratuito y las competencias de lanzamiento de enanos.

Les avisé a Pepo Andra y Limpia, Godsize, Araña Pollito, Agustina, Cenicienta, y a los muchachos de Queleponé que son una bocha.