Atraparon a un inválido que vendía marihuana. Contundente titular. Ahora, digo yo ¿la policía no tiene nada mejor que hacer que molestar a un pobre discapacitado cuya única y más honrada salida laboral posiblemente sea vender porro? Ni siquiera es digno de ser noticia que un cobani (seguramente con sobrepeso, diabetes, hipertensión y, quizás la peor de todas las enfermedades, ineptitud) meta en cana a este pobre individuo porque no le da la buzarda para perseguir a delincuentes en serio. O peor, porque los delincuentes en serio le pasaron unos pesitos para la pizza y las putas, pero ese es otro tema. Porque tampoco es que secuestraron LA cantidad de marihuana. Victor Heredia debe tener más escondido en uno solo de sus charangos y sin embargo lo veo todos los días en Canal 7 con su cara de puchero autóctono lloriqueando como vieja con reuma.
Así estamos. Así empezamos y así seguimos.
O no sé si seguimos, porque nos vamos a morir todos dentro de unos días (me lo acaba de recordar mi amigo John Mekanosaurio). Es genial. Creo que nadie podría haber imaginado muerte mejor. Para los que no están enterados, un grupo de psicópatas supuestamente expertos en física, matemática y/o cosas por el estilo decidió que sería re-divertido recrear los instantes iniciales del origen del universo. Lo que hacen, explicado científicamente, es que agarran una partícula (que vendría a ser como una pelotita) y le dan rosca bien rápido (casi a la velocidad de un 147 tuneado) y la hacen chocar contra otra cosa (por ejemplo, una porción de tarta de choclo) y eso genera un pequeño Big Bang. El que originó este universo y puede ahora destruirlo también fue pequeño en su comienzo, a nadie se le ocurrió eso.
Lo que me gusta de este atroz experimento es que no solo nos vamos a morir todos juntos y en un instante, sino que además nos vamos a llevar puesta toda la galaxia y algo más. Es como manejar en pedo con toda la humanidad en el asiento del acompañante. Además de matarnos, si tenemos suerte vamos a destruir otros planetas habitados (porque hay vida ahí afuera) a nuestro paso. O, como mínimo, los atropellamos y los dejamos tirados en la banquina, para que se mueran o pasen el resto de sus vidas en sillas de ruedas.
Y sobrevivirán de vender porro hasta que se lo lleve la policía.
UPDATE: Va en serio la cosa. Y si lo dicen científicos hawaiianos, que no solo saben de física si no que también conocen la noche y sus historias, es porque se viene el final.
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